lunes, 2 de marzo de 2009

De Baco hasta nuestros días: Protocolo del vino

Para organizar una cena exitosa es necesario cuidar muchos detalles. Hay que prestar especial atención al menú, al servicio y, por supuesto, a nuestros invitados. Todo tiene que estar previsto para que la velada sea tranquila y satisfactoria.

El vino es uno esos detalles que es necesario cuidar; su elección es fundamental para definir el éxito o el fracaso de una cena. Asimismo conocer a qué temperatura debe servirse, en qué copa y con qué plato, ayudará al anfitrión a ofrecerlo en las mejores condiciones. No podemos descuidar aspectos tan importantes como la disposición de las copas en la mesa o cómo ha de servirse.

Para hacer una buena elección es necesario saber que los vinos blancos armonizan con quesos, carnes blancas, pescados y mariscos. Los vinos tintos son perfectos para carnes rojas, buey y caza mayor. Es adecuado combinar vinos y platos de un mismo origen. Los platos que han sido elaborados con un vino determinado se realzan acompañados con el mismo vino. Por otro lado es necesario saber que el vinagre siempre combina mal con el vino, que el agua de mar, y aquello que la contiene, es incompatible con el vino tinto y que no deben acompañarse con vino platos de culturas exóticas de las que desconocen su existencia.

Es necesario tener presente que el vino no tolera los cambios bruscos de temperatura, por lo que deberá alcanzar su temperatura de servicio de forma lenta y gradual. En general, los vinos jóvenes se servirán más frescos que los viejos; las temperaturas más cálidas convienen a los vinos tintos con cuerpo y crianza, que se servirán entre 14 y 17 grados. Las temperaturas más frías, entre 7 y 10 grados, resaltan la agradable acidez de los blancos jóvenes y secos. Los vinos dulces deben beberse más fríos aún para que su dulzor se armonice; su temperatura ideal es de 5 grados. Por último, el cava y los espumosos son perfectos entre 6 y 8 grados.

La elección de la copa de servicio es muy importante, ya que el vino se aprecia de forma diferente según el tipo de copa en que es servido. Deberá ser de un vidrio fino, poco grueso, de transparencia absoluta y totalmente incoloro. Ha de tener la boca más bien cerrada para no dejar escapar los aromas. Puede ser de muy diversas formas : semiredonda y casi esférica para vinos blancos y tintos, con forma de tulipa para los vinos tranquilos y con forma de flauta para los cavas.
A la hora de poner la mesa siempre se colocará, de izquierda a derecha: copa de agua, copa de vino tinto, copa de vino blanco y copa de cava.

Cuando se sirva el vino es oportuno saber que el blanco seco precede a los demás vinos.El vino tinto precede al vino dulce o licoroso.Si se sirven varios vinos blancos secos o varios tintos:El más ligero ha de preceder al más generoso.El más joven al de mayor edad. Con los postres, es el momento de servir vinos dulces o generosos como moscateles, olorosos, nunca con cava brut o seco.

Por último es importante saber que no es correcto llenar en exceso las copas, pues echaríamos a perder muchos de los aromas y sabores de este preciado líquido: el vino.
Ana Jiménez.-

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